Leo en el TLS (28 Noviembre 2016) un largo artículo sobre la problemática de los títulos de cuadro: cómo en el mundo anglosajón se prefiere llamar Mona Lisa a lo que los italianos conocen como La Gioconda; cómo mucha gente se queda pensando en si la joven del cuadro tiene una expresión jocunda, sin saber que su marido (probablemente) era Francesco Giocondo, lo que le obligaba a ser Gioconda pusiera la cara que pusiera.
Todo eso me deja pensando en el Congreso de Jóvenes Escritores en Alcalá de Henares al que acudí en 1995, una de las más informativas experiencias de mi vida.
Entre las bastantes cosas que aprendí allí en tres días hay una que me enseñó un Joven Escritor con el que compartí barracón, por así decirlo: que es mejor no poner título a los cuentos o poemas o novelas, que poner uno sólo por que sí. Que uno puede escribir I y II y III, en lugar de infligir al lector un título innecesario. Por ejemplo, está este haiku (se habló mucho de haikus también en aquel congreso, que son como el rap, una moda irritante que parece no acabarse nunca):
Llego al prado
que es verde
y tiene muchas flores.
Dado este material, uno quizá debería escribir Haiku XXXV, por ejemplo, como hizo William Carlos Williams, y dejarlo ahí. Lo que sería un pecado, también por ejemplo, sería escribir:
EL PRADO VERDE
Llego al prado
que es verde
y tiene muchas flores.
Porque el título “El prado verde” no añade más que reiteración. Si uno va de listillo y algo metaliterario, podría escribir:
INTENTO DE ESCAPADA
Llego al prado
que es verde
y tiene muchas flores.
Otra posibilidad, que da un sentido completamente diferente:
MI PRIMER DIA CON UNA CONSOLA DE REALIDAD VIRTUAL
Llego al prado
que es verde
y tiene muchas flores.
Luego estaría mi preferencia personal:
SI QUIERES ESCRIBIR HAIKUS, APRENDE JAPONES O ALGUN OTRO IDIOMA ASIATICO
Llego al prado
que es verde
y tiene muchas flores.
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